Salud Financiera: ¿un derecho o un privilegio?

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Salud Financiera: ¿un derecho o un privilegio?

La pandemia por COVID-19 y sus efectos económicos en México y el mundo son solo una muestra de la relevancia de la Educación Financiera para hacer frente a los desafíos del siglo XXI y facilitar que la Salud Financiera pase de ser un privilegio, a un derecho para todas y todos.

Situación actual

Únicamente en México se tienen registrados a la fecha, 3.8 millones de casos de contagio confirmados de 252 millones alrededor del mundo. De éstos, 290 mil personas han perdido la vida en México, mientras que en el mundo han fallecido más de 5 millones. (CONACYT y JHU, 2021)

Uno de los efectos de esta situación, de acuerdo con los datos de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), es que solo el 1.2% de los contagiados contaba con un seguro. Se estima que el costo promedio de atención hospitalaria por COVID-19 es de 404 mil pesos, lo que equivale a 20 mil USD, monto que difícilmente una persona podría pagar sin poner en riesgo la estabilidad económica de su familia. Por lo que, se estima que 560 mil familias por año sufren una quiebra económica por los costos que implica una enfermedad. (AMIS, 2021)

Asimismo, la tasa de letalidad por COVID-19 en la población asegurada es de 6.0%, mientras que en la población general es de 7.7%, reduciendo el riesgo para quienes cuentan con un seguro. (AMIS, 2021)

Sumado a lo anterior, la Encuesta Nacional de Educación Financiera publicada este año en México por la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), muestra que, de la población adulta, el 63% utilizó algún mecanismo de ahorro informal, 32% no ahorró y solo el 20% de la población empleó algún instrumento de ahorro formal. Sin perder de vista que algunas cifras publicadas, dan cuenta de las brechas de género en los avances de la inclusión financiera a nivel nacional. (2021)

¿Qué podemos aprender de la pandemia?

Tenemos la oportunidad de asegurar que quienes ya tienen acceso a la Educación Formal, puedan desarrollar y/o fortalecer sus competencias financieras desde la Educación Básica hasta la Educación Superior, asegurando un mejor futuro que el que han tenido sus madres y padres de familia.

Sumarse a los esfuerzos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), para:

  • medir los indicadores ya existentes y co-crear nuevos indicadores de habilidades financieras en la Prueba PISA en jóvenes de 15 años,
  • impulsar políticas públicas incluyentes, promotoras del crecimiento y el desarrollo,
  • desarrollar programas educativos detonadores de un aprendizaje transformacional,
  • incentivar el intercambio de mejores prácticas para reducir la curva de aprendizaje en el mundo,

puede impactar en la calidad de vida de cada vez más jóvenes que se están insertando a una vida productiva en busca de su autonomía e independencia financiera.

¿Cómo podemos preparar a la población frente a futuros escenarios como éste?

Capitalizar la oportunidad de oro de las Instituciones Financieras Formales y la creciente industria Fintech, para facilitar la toma de decisiones que influya positivamente en la calidad de vida de sus clientes. Al mismo tiempo que, asegurar una oferta integral de valor que fidelice a sus clientes por el impacto positivo en sus vidas al:

  • facilitarles el acceso y uso responsable a productos y servicios financieros
  • garantizarles la protección de sus derechos y compromisos, y
  • ofrecerles una educación financiera,

son alternativas para caminar hacia una banca sostenible.

Reforzar alianzas intersectoriales con la participación predominante de la Sociedad Civil Organizada, quien ha tomado un rol cada vez más predominante, ha sido clave para tejer puentes para llevar Educación Financiera a los más vulnerables, pues mantener políticas asistencialistas indiscriminadamente, solo acentuará las brechas de pobreza, exclusión y desigualdad en el tiempo.

Sin embargo, tan importante es asegurar el acceso a una Educación Financiera, como garantizar que sea una educación de calidad, más allá de la transmisión de conocimientos, hacia una Salud Financiera sostenible.

¿Cómo podemos asegurar la equidad de oportunidades?

La efectividad de la Educación Financiera está relacionada a nuestra capacidad, como educadores y facilitadores, de permear en el ser y hacer de las personas, en su manera de conocer e integrarse en el mundo, así como en su forma de convivir e interactuar con otros, a quienes influye y por quienes es influido diariamente.

Es importante adentrarse en el Mindset de cada persona, en sus creencias, emociones y sentimientos, actitudes, habilidades y comportamientos para ser capaz de acompañar a las personas en su camino para lograr mejores resultados. Por ello la evaluación es imprescindible en nuestros días para asegurar este trayecto.

El acceso a la información y al conocimiento es fundamental para la toma de decisiones responsables, pero no es suficiente. Si las personas tienen acceso información completa, clara y oportuna, sus decisiones serán de calidad. Sin embargo, si tenemos información tardía, poco precisa, confusa e incompleta, las decisiones financieras que se tomen en consecuencia, también serán de baja calidad, al perder de vista elementos valiosos a considerar.

Afortunadamente, cada vez surgen más y nuevas metodologías para “aprender haciendo”, para aplicar el conocimiento a diferentes situaciones y contextos de forma sencilla, lúdica y atractiva, que ofrecen experiencias, no solo solo conferencias, que permiten aprender, probar, practicar, trasladar el aprendizaje a diversos escenarios de la vida y el trabajo, interactuando con otras personas, con otras formas de ser y de pensar.

Conclusiones

Crear espacios para descubrir y reflexionar las creencias, emociones y conductas con las que se identifica una persona, es esencial para que descubra por sí misma su potencial de lograr resultados diferentes y descubrir su poder personal para decidir quién quiere ser día a día.

Sin embargo, ninguno de estos aprendizajes: saber conocer, saber hacer y saber ser, tendría sentido si se tiene un fin meramente individualista.

Las estadísticas de pobreza, desigualdad y exclusión nos están “diciendo a gritos” que necesitamos generar soluciones diferentes sin dejar a nadie atrás, que privilegien el bien común trascendiendo el bien individual. Necesitamos abordar la Educación Financiera abriendo nuevas posibilidades para la colaboración hacia dentro y fuera del núcleo familiar, adoptando modelos económicos solidarios, promoviendo una cultura de paz.

Repensar los 4 pilares de la educación desde el bienestar y el bien común, ofrece una brújula y clara dirección del camino que nos permitirá atender los retos colectivos del presente. (UNESCO, 2021)

APRENDER A CONOCER APRENDER A HACER APRENDER A SER APRENDER A CONVIVIR

El rol de los educadores debe trascender las aulas, para construir puentes en nuestra sociedad sumando lo mejor de las instituciones y de las personas, a favor de construir mejores condiciones de bienestar para todas y todos, haciendo de la Salud Financiera un derecho, para dejar de ser un privilegio.

Verónica Porte Petit Anduaga

Psicóloga especialista en Salud Financiera y Coach Ejecutivo por la ICF

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