Un baño de realidad para los mercados

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Un baño de realidad para los mercados

Javier Santacruz Cano

Casi una década después de la puesta en marcha de las primeras medidas monetarias no convencionales en Estados Unidos, los mercados de capitales están despertando del letargo que causa una abundancia de dinero continuada en el tiempo. Esta ilusión monetaria ha incidido especialmente en dos puntos: por un lado, un desplome de la curva de tipos de interés colocando a los tipos de interés a largo plazo en niveles mínimos y, por otro lado, un incremento continuado de la base monetaria que no se ha traducido en un crecimiento acelerado del agregado monetario más ancho, lo cual habría supuesto una llegada masiva de la liquidez a familias y empresas y, por tanto, una escalada de la inflación.

En este sentido, la combinación de estos dos factores -tipos de interés mínimos e inflación raquítica- unido a la persuasión por parte de los principales Bancos Centrales de todo el mundo de que el precio del dinero estaría bajo durante mucho tiempo, ha llevado a un exceso de confianza en los mercados, unas valoraciones excesivas en algunos activos (por ejemplo, el caso del high-yield) y ha calado la creencia generalizada de que es necesario mantener un nivel de actividad alto de los Bancos Centrales para conservar el crecimiento económico y la estabilidad financiera.

Por tanto, los mercados de capitales están abocados a provocar cada cierto tiempo una corrección que provoca nerviosismo en analistas y políticos pero que en la práctica supone ajustar valoraciones para que se correspondan con la evolución real de los respectivos negocios. Tomando el caso del mercado americano (está viviendo el fenómeno paralelo de subidas de los tipos de interés de largo plazo y subidas de los índices), es notable hasta qué punto era necesaria una corrección como la vivida en la jornada del miércoles, la cual cuenta con una probabilidad elevada de que en los próximos días se vuelva a producir.

Es así tras la corrección de estimaciones de beneficio por acción que arroja el consenso de mercado recogido por FactSet, en el cual estima una caída del beneficio por acción en el tercer trimestre del 1,1% interanual de la media del S&P 500. Esto supone una corrección de estimaciones pero dentro de una tendencia alcista en los fundamentales de las cotizadas, especialmente en el sector tecnológico, consumo cíclico y energía. A ello se añade la Reforma Fiscal, la cual ha generado más inversión, una mayor recompra de acciones y un saneamiento de la estructura de su deuda. Hasta julio, los ingresos fiscales han crecido un 9% interanual y una repatriación de capitales equivalente al 12% de los más de 3 billones de dólares que las compañías guardan fuera de Estados Unidos.

Por ello, una corrección de las previsiones de beneficio lleva a una necesaria caída de las cotizaciones tras registrar un tercer trimestre altamente positivo. Los sectores que más han crecido en su valoración son los que ahora necesitan corregir por su excesivo optimismo: materiales (16,2%), servicios (14,6%) y consumo discrecional (13,8%). Y tomando esta corrección, los inversores aprovechan para ajustar las valoraciones incorporando una corrección al alza de sus estimaciones tanto de tipos de interés nominales como de las tasas de inflación. El tipo de interés libre de riesgo ya está por encima del 3% (tomando como referencia el bono americano a 10 años), mientras que la tasa de inflación medida por el Índice de Precios de Producción está en el 2,5%. Y no solo esto, sino también la revaluación del crecimiento de la economía norteamericana, cuyo último dato en el 4,1% anualizado, supone batir ampliamente las expectativas del mercado.

Una combinación de más inflación (también reflejada en un crecimiento de los salarios nominales del 2,8% anual) y de un mayor crecimiento económico tanto actual como potencial, hace que los tipos de interés nominales tiendan a subir de forma más rápida y, por tanto, animan a la Reserva Federal a mantener su calendario de subida de los tipos. Sin embargo, la eurozona continúa sumida en un letargo difícil de explicar, con un Banco Central que contempla impasible la subida continuada del exceso de liquidez en el Eurosistema (1,3 billones de euros) en un callejón sin salida como es la estrategia para la normalización monetaria (a día de hoy inexistente o si existe, no comunicada al mercado) y que con un dinero oficial gratis impide la creación de valor a largo plazo en la bolsa, incluso también en el presente cuando tipos de interés próximos a cero deberían llevar a cotizaciones más altas.

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